Soluciones sencillas para conciliar familia numerosa y trabajo intenso
Miriam Hernández es madre de cinco niños y profesora del colegio Pinoalbar de Valladolid
14 de marzo de 2011
Me imagino que el día a día no es fácil, sobre todo, cuando los niños se ponen enfermos y hay que seguir trabajando y arrastrando ojeras… Gracias a Dios, mis hijos no me han dado muchas malas noches seguidas, y si alguna vez ha sucedido, Pablo- mi marido-, siempre me ha echado una mano. Dice el refrán que “Dios aprieta pero no ahoga”, y así ha ocurrido en mi vida, aunque en alguna ocasión haya ido al colegio con falta de sueño.
Cuando tengo una mala noche, ofrezco a Dios el desvelo por ese hijo concreto, para que el día de mañana sea una persona extraordinaria en todos los sentidos, sobre todo servicial y generoso con los demás. Esto me ayuda mucho a no desesperarme, ni a perder los nervios y, de este modo, sé que mi cansancio no es en balde.
¿Y en esos momentos de jaleo en que los cinco niños acuden a ti al mismo tiempo?
Realmente esos momentos existen y todos vienen a la vez y con impaciencia, para contarme sus aventuras de ese día. Lo que intento es hacerles saber, en primer lugar, que les voy a escuchar a todos pero con orden y con calma.
Después, empiezo a atenderles uno a uno, y al último, que es al que más le toca esperar y que le veo con cara de que duda si habrá tiempo para él, le cojo una mano y me lo acerco a mí, para que entienda que no me he olvidado de él y que también le escucharé. Con estas pequeñas cosas la vida familiar sale adelante.
¿Cómo te organizas para hacer las tareas de la casa y compaginar todo?
Fundamentalmente con mucho orden, organización y sintonía con mi marido. Desde que me casé, siempre he trabajado fuera de casa, haciendo compatible el binomio “familia-trabajo”. Para conseguirlo se ha hecho imprescindible tener a una persona trabajando conmigo en las tareas de la casa y del cuidado de los niños, cuando no están aún en edad escolar. Gracias a Mariela, mi matrimonio y mi familia tienen el clima de orden y de estabilidad tan necesario para la vida. Nos organizamos bien las dos de manera que puedo dedicar tiempo a mis hijos: los deberes de los mayores, leer con ellos o bañar al pequeño.
Hoy en día cuesta mantener la autoridad. Desde tu experiencia de madre y de profesora ¿cuál es tu “truco” para inspirar en casa y en clase un orden y un respeto?
Llevar hasta las últimas consecuencias lo que he dicho o advertido. Esto parece fácil, pero no lo es, porque muchas veces hay que pasar cosas por alto, hacer la vista gorda; otras conviene “negociar” con los hijos, y en ocasiones hay cosas que no se pueden consentir. Por eso es tan importante ir a la par –marido y mujer– en la educación de los hijos, y pensar muy bien lo que vamos a decirles, porque luego lo tendremos que cumplir, sino perderíamos credibilidad ante ellos.
Bueno, los malos días, las contrariedades, etc. son las cosas que tiene la vida y que quedan entre Dios y una misma. Sonreír sin ganas, olvidarte de una preocupación para escuchar a los demás, son cosas que sólo Dios, que ve en lo escondido, aprecia. Él sabe en todo momento cuál es tu estado de ánimo, o la preocupación que ronda por la cabeza. Y esto es lo que me hace reaccionar bien: saber que queda entre Él y yo, y que si lo llevo con alegría tiene mucho valor a Sus ojos, porque nadie más se ha enterado.
Además noto que Dios me está protegiendo de muchas cosas y me ayuda a saber cómo superar las dificultades. Realmente me siento más afortunada que una persona con pocos compromisos que tiene todo el tiempo para darle vueltas a sus preocupaciones.
¿Crees que el ser madre te facilita la tarea con tus alumnas en el colegio?
Sobre todo me da una experiencia que me sirve para comprender mejor a mis alumnas en el rol de hijas; también para comprender a las madres, y a valorar la labor educativa que realiza el colegio.
¿Qué es para ti lo más importante en la educación de un niño en la familia?
En primer lugar, el amor y el respeto a sus padres. Además, el cariño a sus hermanos, que se lleve bien con ellos ayudándoles. También el amor a Dios, cada uno a su nivel y conforme a su edad. Pienso que el amor, entendido hasta sus últimas consecuencias, debería estar en la cuna de todas las familias, para formar personas que el día de mañana defiendan los verdaderos derechos humanos.
¿Y qué valores o conocimientos te parece que deben llevarse las alumnas del colegio? Aconsejaría que se llevaran consigo los valores cristianos porque, incluso a los no creyentes, les facilitan el respeto por cada persona humana hasta el final de la vida.
¿Cuáles son las principales dificultades con las que te encuentras cuando das clases?
Mas que una dificultad es un reto: el de atender a todas y cada una de mis alumnas como únicas e irrepetibles.
¿Qué dicen tus amigas del estilo de vida familiar que lleváis?
A veces alguna me pregunta, “tú con tantos niños, tan pequeños, trabajando y encima del Opus Dei... ¿cómo puedes, además de llevar todo lo que llevas y rezar todo lo que rezas?, me parece dificilísimo”. Yo les contesto que "ése" no es el planteamiento, sino que sucede justo al revés. Gracias a mis ratos de oración diaria, a que recibo a Dios en la Eucaristía y acudo a la confesión con frecuencia encuentro la fuerza necesaria para intentar llevar todo adelante. Y la verdad es que no me cambiaría por nadie
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