Cuando los hermanos Denis era pequeños, sus padres los mantenían siempre ocupados, ayudaban en los trabajos de casa, hacian mandados, limpiaban el jardin, salían a tirar la basura etc. Al crecer tambien tenían labores que cumplir. A otros padres a veces no les parecían dar trabajo a los niños, decìan que esto los entorpecía y que les quitaba sus momentos de juego.
Pero, cuando ambos fueron adultos, alcanzaron una mejor posición económica que sus compañeros de la infancia que habían sido menos industriosos. Ganaban más dinero y obtenían más satisfacción de su trabajo; lograron matrimonios mejor avenidos, y las relaciones con sus hijos eran más profundas; gozaban de una y mejor salud y vivieron más. Sobre todo, fueron más felices; mucho más felices.
Estos son los notables descubrimientos de un estudio que duró 40 años, iniciado en el decenio de los cincuenta por la Universidad de Harvard, el cual puede ayudarnos a criar hijos más felices. Emprendido como un esfuerzo para comprender la delincuencia juvenil, el estudio siguió la vida de 456 varones adolescentes del centro de la ciudad de Boston, muchos procedentes de hogares empobrecidos o deshechos. Al compararlos cuando alcanzaron la edad madura, destacó un hecho: sin importar su inteligencia, los ingresos familiares, los antecedentes étnicos ni el grado de instrucción, los que habían trabajado de niños, aún en sencillas tareas domésticas, disfrutaban de una existencia más feliz y productiva que quienes no habían trabajado.
Se ha observado que hasta los pequeños de cinco años se benefician al realizar tareas domésticas menores. "Esto les hace sentir que están contribuyendo y que son importantes para la familia
El propósito de los quehaceres no es simplemente lograr que se ejecuten las tareas onerosas; ni siquiera se trata de enseñar a los niños "a trabajar". tener relucientes los platos o impecable la alcoba,ésto es menos importante que inculcarles responsabilidad, independencia, dignidad, confianza y aptitud, los fundamentos de la salud emocional. Además, cumplir con los quehaceres ayuda al niño a entender que la gente debe cooperar y trabajar para alcanzar metas comunes. Los adultos más capacitados son los que saben cómo se logra esto."
El impulso de "ayudar a mamá" surge casi cuando el niño aprende a caminar. Cualquier pequeño de dos años puede traer y llevar cosas, e inclusive separar la ropa para lavar (cosa que además le permitirá conocer las formas y los colores). El de cuatro o cinco años es capaz de entender instrucciones sencillas y hacer pequeños mandados; también es posible esperar que guarde sus juguetes, recoja la ropa o retire sus platos de la mesa. El niño de siete años puede asumir ciertas responsabilidades familiares. Una buena comisión inicial es la de poner la mesa; pero cualquier tarea fácil que de resultados satisfactores servirá igual.
Sin embargo, no se debe presionar al niño con tareas que rebasen sus habilidades. Un quehacer nuevo debe constituir un desafío, pero también es preciso que produzca en el pequeño un sentimiento de realización. Si el niño se desalienta, acaso no esté dispuesto a intentar algo otra vez.
Obviamente, un adulto puede hacer la mayoría de las tareas mejor que un niño. Resístase a la tentación de hacer las cosas usted mismo o de "retocarlas", porque esto afecta la sensación de capacidad y utilidad del pequeño.
La mejor manera de enseñarles a realizar una tarea consiste en la simple repetición. Muéstreles cómo se hace, realícelo con ellos y, luego, deje que lo hagan solos. Manténgase dispuesto a darles consejo, pero no se apresure a intervenir. Tampoco se interponga si desean hacer algo a su manera. Decirles, por ejemplo: "Yo siempre sacudo antes de usar la aspiradora", sólo les enseña que sus esfuerzos no son meritorios.
Esto no significa que se debe tolerar la torpeza. Si una tarea no se ejecuta de acuerdo con la capacidad del niño, insita en que la vuelva a hacer, ahora apropiadamente. Establezca un plazo razonable, pero sin reprenderlo. Si la mesa no está lista a la hora de comer, por ejemplo, hágale ver - con firmeza - que los demás están esperando.
El mejor pago para cualquier tarea es una sonrisa, un abrazo o decirle "¡Gracias!" Otra buena forma de compensación es comentar con alguien que usted se enorgullece del niño, cuando él pueda oírle.
Pero tambien hay que tener en cuenta de no abusar dando órdenes al niño, todo tiene que ser medido, Y sobre todo darles ejemplo, que nos vean haciendo tareas, sin quejarnos del trabajo.
Felicitaciones por el datito. Pero tiene mucho de cierto. Aveces los otros padres critican cuando a los hijos se les da responsabilidades y empiezan los supuestos derechos de los niños; que los más vivos se cogen de ello; para no querer hacer nada. Pero ahí entra a tallar el carácter, el respeto y hasta la soberanía de ser adultos y sus padres.......para no dejarse dominar........Porque el mucho consentimiento o engreimiento forma hijos débiles e inseguros. Que al menor tropiezo se derrumban.Siempre todo de acuerdo a su edad, y enseñarles que lo que se les prepara o exige en el hogar es el mundo entre cuatro paredes y que el mundo es más grande y no estará protegido de esas paredes protectoras del hogar. Y por ende deben de caerse y resbalarse en casa pero ya preparados, nunca debeb dejarse vencer en la vida diaria; afuera del hogar y que siempre estarn sus padres para ayudarlos y apoyarlos.Yo tengo 6 hijos y 1 nieto. Y cada hijo es un mundo y con los mayores uno comete mucho errores de crianza y con el tiempo y la experiencia se va modificando eso........como por ahí dicen:"Nadie nace con un manual de padre". Gracias por los aportes en tu blog. Muchas Bendiciones.
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