sábado, 19 de noviembre de 2011

NIÑOS FELISES

Lo primero que tenemos que pensar, es que cada hijo es único y debemos dejarlos ser como son y no, como queremos que sean.



El ejemplo a seguir somos nosotros, sus padres. Esto no significa que serán idénticos a nosotros y que ”lograremos hacerlos a la medida que deseamos”. Por el contrario, lo que mejor podemos hacer, es enseñarles a tener confianza en sí mismos, dejarlos diferenciarse de nosotros lo más posible y con la mayor libertad.
Se transmite naturalmente
¿Por qué trabajo con los padres? Porque no se puede enseñar algo que no se sabe. Si quiero enseñar a un niño a ser feliz, tengo que serlo, intentarlo. Si quiero que sonría, disfrute y ría, tengo que saber hacerlo yo; y entonces se transmite naturalmente.
Si quieres enseñar a no gritar, no debes gritar
Hay una edad donde los berrinches son habituales. Más grandes, en la adolescencia, aparece el enojo como una comunicación natural entre padres e hijos. De esa manera, todo el entorno familiar se vuelve espeso y poco agradable.


En primer lugar, no trates de razonar con tu hijo cuando está en medio de un berrinche... no te escuchará, tú te desgastarás y es muy probable que a los gritos le pidas que deje de gritar. Si quieres enseñar a no gritar, no debes gritar. De lo contrario... ¿cuál es el mensaje? “debes gritar para conseguir lo que quieres y podrás hacerlo cuando tengas que solucionar algun problema o cuando seas mayor”. Esto que parece tan simple, no siempre es fácil de cumplir.


Si quieres enseñar a resolver las situaciones de manera diferente, muéstrate calmada/o. Cuenta hasta veinte si es necesario, pero no respondas a los gritos con más gritos; incluso diciendo que “está mal gritar”. Atención, esto no significa que vas a permitir que te den vuelta la casa, sino que te alejaras de allí (siempre y cuando no esté en riesgo el niño) y una vez que éste esté calmado (no teniendo por qué ser de inmediato), puedes volver a hablar con él.


No lo trates como a un chiquito que no entiende nada
No lo trates como a un chiquito que no entiende nada; trátalo como una persona, ya sea que tenga dos, tres, cinco, diez o quince años. Enséñale respeto por su propia persona antes que nada (recuerda que tú eres el ejemplo). Les digo ésto, porque he escuchado muchas veces cómo los niños chicos cuando se frustran, suelen golpear a sus padres. Comprendo que son chiquitos y que sus golpes pueden no dolerte físicamente... pero recuerda que los estamos preparando para la vida y la vida, no se resuelve a golpes.


Utilicemos la asertividad y no permitamos que éste nos golpee (aunque el golpe venga de la persona que más amamos). Puedes decirle algo así como: “yo te amo, pero antes que nada, me respeto a mi misma/o... por lo cual, no te permito que me pegues”. Recuerda que hoy es chiquito, pero mañana será una mujer u hombre grande y no queremos que se desquite contigo ni con nadie; ni que aprenda que los años nos dan poder para agredir a otros.


Es de suma importancia que aprendan que nadie puede hacerlos enojar, sino que son ellos mismos quienes optan por sentirse así, en función de los demás. Cada uno debe hacerse cargo de cómo se siente, elegir estar feliz o triste.


Es muy importante generarles autoestima
No tiene por qué ganarse la aprobación de los demás para ser feliz. Ya se dará cuenta que muchas veces obtendrá lo que quiere de los demás (ya sea objetos, atención, afecto, etc.) y que otras veces no; pero igual puede ser feliz con eso.



Para generar la felicidad en nuestros hijos, es muy importante generarles autoestima (aceptación incondicional de sí mismos). Deben dejar de buscar la aceptación en los demás. Lo más importante es que ellos mismos se acepten y ahí tienes mucho trabajo por hacer. Préstale atención, déjalo que te haga monerías, festéjaselas, ya que la auto aprobación empieza cuando tú crees en él.


Somos su marco de referencia: si creemos que puede, que vale, él también empezará a creerlo. Si en cambio, le decimos: “no, tú no puedes” o “en la familia nunca nadie hizo tal cosa”, comenzará a creer que no puede. Aliéntalo, SIEMPRE, no a ser el primero, porque le enseñarás a competir con otros. Enséñale sí a esforzarse, a probarse a sí mismo. Aliéntalo aunque pierda un partido, pregúntale no sólo si ganó; tal vez perdió, pero lo importante es: "¿cómo pasaste?", "¿te divertiste en el juego?"


Ríe con él
Algo que mucho de los adultos hemos perdido, es la diversión, la risa. Ríe con él, no es un fracaso haber perdido un juego. Jamás se fracasa cuando se intenta hacer algo, ya que estamos haciendo, viviendo. Enséñale a disfrutar en ese camino, mejorando para sí mismo, no para ganarle a otros. Incentívalo a hacer cosas, no a ganar: para aprender a patear un gol, tenemos que estar dispuestos a errar varios.
Prácticas para incoporar


A modo de resumen les dejo estos tips:


- debemos enseñarles a tener confianza en sí mismos; dejarlos diferenciarse de nosotros lo más posible, con la mayor libertad;


- insistir en el respeto por su propia persona;


- mostrarles que cada uno debe hacerse cargo de cómo se siente, elegir estar feliz o triste;


- ayudarlos a dejar de buscar la aceptación en los demás: lo más importante es que ellos mismos se acepten;


- ríe con él, aliéntalo siempre a superarse a sí mismo.

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