Los viajes en coche en familia se multiplican durante el verano: las carreteras se llenan de papás y mamás, ansiosos por 'cazar' algún que otro rayo de sol sentados frente al mar, mientras que los peques están deseosos de reencontrarse con sus amiguitos de verano y jugar sobre la arena. Por eso, y antes de hacer si quiera las maletas rumbo a la playa, es importante tener en mente una serie de cuestiones relacionadas con los viajes en coche, especialmente si viajamos con niños muy pequeños: que vayan protegidos y seguros al cien por cien, o evitar que se pongan malitos durante el trayecto, son algunas de las cosas a tener en cuenta antes de poner rumbo a nuestras deseadas vacaciones. ¿Quieres saber cómo empezar las vacaciones con buen pie?
A la hora de viajar con bebés, por ejemplo, es fundamental disponer de una sillita homologada, especialmente adaptada a su peso y altura (normalmente los parámetros suelen abarcar hasta los 10 y 13 kilos, 18 kilos, 22 kilos y 36 kilos, respectivamente), y sujeta al asiento trasero del vehículo (nunca en el del copiloto) en el sentido opuesto a la marcha. Los niños más mayores también pueden viajar sentados en su propia trona o, en su defecto, con el cinturón de seguridad perfectamente ajustado y siempre mirando hacia delante y a poder ser en el asiento central, para evitar mareos. Además, y a pesar de que en vacaciones el coche suele ir cargado 'hasta los topes', es importante evitar llenar los asientos de objetos pesados, maletas y bultos, que, en caso de frenazo, o en una curva más cerrada de lo habitual, puedan desplazarse y dañar con ello a los pequeños.
Para los peques más valientes que no se mareen durante el camino, los libros, cuadernos de colorear y deuvedés portátiles son una buena alternativa a la hora de ahorrarnos algún que otro '¿cuándo llegamos?'. Las comidas durante el trayecto deben ser ligeras, para evitar digestiones pesadas, apostando siempre por los alimentos secos y ricos en hidratos de carbono, y nunca está de más llevar con nosotros un paquete de chicles antimareos -'por si acaso'-, además de una almohada blandita, en caso de que los peques requieran echar alguna que otra cabezada, una sudadera por si refresca, y un par de botellas de agua para reponer líquidos. Por último, es importante no olvidarse de que los niños también necesitan descansar y estirar las piernas a menudo, y no escatiméis en paradas si necesitan ir al lavabo.
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